¿Cuándo acudir a terapia? es una pregunta que muchas personas se hacen.
El hecho de pedir ayuda psicológica es una decisión difícil para la mayoría de las personas. Sentir incertidumbre, vergüenza e incluso miedo por no saber cómo se va a desarrollar la terapia es normal. Añadido, todavía existe un gran tabú en torno a pedir ayuda psicóloga, donde pesan los estereotipos, el estigma y las connotaciones negativas.
La terapia individual ayuda a un mayor autoconocimiento y comprensión de las propias emociones o comportamientos que tienes en la vida diaria. El malestar por conflictos, ya sea externos o internos, es con frecuencia manifestado a través de ansiedad, depresión, estrés, fluctuación del estado de ánimo, conflictos interpersonales, etc.

ES IMPORTANTE ESCUCHAR NUESTROS SENTIMIENTOS PORQUE…
- Nos indican si la relación entre nuestros proyectos, expectativas y la realidad está siendo buena o mala.
- Constituyen la base para la formación de nuestra escala de valores.
- Nos ofrecen un balance de la situación en la que nos encontramos.
- Si reconocemos e identificamos bien nuestras emociones nos dan pistas muy importantes del camino adecuado a seguir.
Por tanto, algunas señales y síntomas que nos indican cuando acudir a terapia psicológica son:
- Presentar constante tristeza, desánimo y apatía, entendida esta como un estado de desinterés y falta de motivación o entusiasmo.
- Experimentar marcada labilidad emocional, es decir, cambios bruscos en el estado de ánimo.
- Tener pensamientos negativos circulares, donde la rumiación cognitiva se establece como patrón de pensamiento.
- Pérdida de autoestima.
- Experimentar una especia de bloqueo mental a la hora de tomar decisiones en tu vida diaria y tener sensación de “abotargamiento mental”.
- Tender a una marcada disminución de los contactos sociales, conllevando un aislamiento social.
- Presentar altos niveles de estrés y ansiedad.
- Problemas de relación y presencia de conflictos interpersonales de forma habitual (amigos, familia, pareja, etc.)
Acudir a terapia nos puede aportar un amplio abanico de beneficios como entre los que destacar la ayuda y acompañamiento en momentos vitales complejos, el aprendizaje de herramientas y técnicas de gestión emocional que, sin duda, aliviarán tu malestar y sufrimiento, así mismo puede servirte de gran ayuda a la hora de trabajar a nivel cognitivo ciertas tendencias de pensamiento o distorsiones negativas que puedan estarte resultando poco adaptativas.
Gracias a la terapia, se alivian y se comprenden los síntomas que producen dicho sufrimiento. Se realiza una intervención totalmente individualizada enfocada en la persona, para guiarla y asesorarla en su proceso.
Si estás valorando la posibilidad de acudir a terapia, sólo quiero recordarte, unos cuantos aspectos que es conveniente tener en cuenta:
Un profesional de la Psicología:
– Tiene amplia formación en el funcionamiento de la mente y el comportamiento humano.
– Ha estudiado una carrera universitaria. ¡Como mínimo! ya que la formación constante y actualizada es fundamental y siempre se continua con un aprendizaje reglado.
– Muestra capacidad de escucha activa.
– Se rige por el Código deontológico, la confidencialidad y el secreto profesional.
– Tiene un amplio conocimiento del papel que juegan las emociones y cómo gestionarlas.
– No receta fármacos (pero sí conoce su funcionamiento).
– No te juzga.
– No te dice lo que tienes que hacer y lo que no. Te facilita herramientas para saber afrontar tu vida.

¿Cómo elegir psicólog@?
– Comprueba que tenga la formación correspondiente.
– Constata que disponga de número de colegiación profesional.
– Escoge un profesional con el que te sientas a gusto y facilite una buena alianza terapéutica.
¡Tú eliges!